Está semana se ve como la sociedad se divide en dos, o en realidad en tres, los que apoyan la huelga, los que no la apoyan y los que siguen sus vidas como si no dependieran absolutamente de un sistema social. La lucha entre los dos primeros es casi campal, más aún con las facilidades que otorgan las redes sociales, la octava maravilla de la libertad de expresión, que muchas veces cae desinformando, distorsionando y confundiendo antes que cumplir una función esclarecedora, imparcial y provechosa para todos.
¿A quién creemos entonces? Si nos ponemos de un lado somos “fachos” (fascistas), si nos ponemos del otro, somos “prole” (proletarios). Claro que en el fondo, cada uno sólo defiende su puchero, Paraguay puede resultar ser un país tan difícil cuando se juegan con las etiquetas. Orson Orwell, en su clásica novela distópica “1984”, hacía referencia a las clases sociales, y de cómo se enfrentaban las mismas, estaban los Altos, los Medianos y los Bajos. Decía “los Altos quieren quedarse donde están, los Medianos tratan de arrebatarles sus puestos, la finalidad de los Bajos (cuando la tienen, porque su principal característica es que suele hallarse aplastados por las exigencias de la vida cotidiana) consiste en abolir todas las distinciones y crear una sociedad en que todos seamos iguales”.
Pongamos el ejemplo de Welles, y consideremos que los Altos son los que están en contra de la Huelga, se sienten conformes en sus puestos, no son sólo funcionarios públicos como expresan la mayoría, también son las voces del sector privado que están conformes con su posición actual. Los Medianos son los que salen a manifestarse, y digo esto porque tomo el ejemplo de las clases sociales de Welles no por el poder adquisitivo o la alcurnia, sino por la lucha que cada clase intenta representar. En este caso, los Medianos reivindican sus intenciones no por mejorar la situación social en general, sino la de un sector bien específico. Por último, están los Bajos, esos que todavía se encuentran en una especie de letargo, un purgatorio cotidiano que no les deja parar para reflexionar realmente lo que está sucediendo. Esos que no son beneficiados nunca por ningún sector porque no están adoctrinados, no están bajo un régimen más que el de las cuentas a pagar a fin de mes, las cuentas de alquiler, de seguro médico, del colegio privado, porque se refugian en un proyecto de progreso a futuro que el Estado no les brinda y el que ningún sector social reivindica finalmente.
Al final, la lucha parece como una disputa de hinchadas en un partido de fútbol, hay tanto fanatismo porque su equipo gane el partido que no se median en reflexiones sobre si el juego es correcto o no, sino que se ocupan en desacreditar al bando contrario, con insultos y amenazas implícitas.
Patricia Silva Casco es Comunicadora. Hace un poco de radio (www.1035.fm) y colabora con www.agendarte.net. Nacida en Asunción del Paraguay pero malcriada en la fronteriza Ciudad del Este.